En el entorno empresarial actual, la innovación va más allá del desarrollo de productos. La verdadera ventaja competitiva está en transformar procesos y estructuras en todas las áreas.
Los “cambios” que necesitamos para ser competitivos en el entorno actual no son maquillaje; son cambios drásticos. Poner a las personas en el centro, el binomio (I+D+i) colaborativo y la sostenibilidad son las claves de éxito. ¿Qué personas? Las que define nuestra meta: maximizar el valor añadido aportado a nuestros grupos de interés: clientes, proveedores, nuestras familias (empleados), acreedores y la comunidad donde podemos influir. No podemos seguir pensando en nuestras empresas como entes independientes; sino como elementos participes de una sociedad.
Hemos aplicado herramientas como los workflows, optimizando procesos y reduciendo tiempos. Aprender de otros sectores es clave. No se trata de reinventar la rueda, sino de adaptar soluciones existentes para generar valor.
Una mentalidad abierta al cambio es esencial. Fomentar una cultura de colaboración y cocreación permite adoptar nuevas tecnologías y metodologías para mejorar continuamente. Diferenciamos entre mejora continua, que responde a problemas inmediatos, innovación, que implica cambios de procesos basados en soluciones ya existentes, e investigación, que genera nuevo conocimiento. Equilibrar estos niveles nos mantiene competitivos y sostenibles.
Las empresas deben implementar innovación transversal para seguir siendo competitivas. Optimizar procesos incrementa la eficiencia y motiva a los equipos. Cuando las personas ven que sus ideas se valoran y aplican, su compromiso crece. Innovar no es una opción, sino una necesidad. Cada colaborador tiene un papel clave, porque nadie mejor que quien vive un proceso puede identificar oportunidades de mejora. La clave está en darles el contexto, las herramientas y el momento para hacerlo realidad.
